Entre sacerdotes mayas y consejo de ancianos de la comunidad étnica, se vive en justicia y tranquilidad como un auténtico y real estado de Derecho.
La llegada a la Secretaría Ejecutiva de los Lugares Sagrados, en la gubernamental Secretaría de la Paz, del sacerdote y líder indígena Fermín Gómez, ha fortalecido el quehacer de la entidad encargada de cuidar, promover y ejecutar programas tendientes a cumplir parte de los textos de los acuerdos de paz, que ya fueron declarados como instrumento legal de Estado, pero sigue siendo difícil comprenderlos en todo su contexto y por ende su divulgación total.
Don Fermín Gómez ha logrado integrar un grupo considerable de sacerdotes mayas, dispersos por todo el país, los ha organizado y los apoya en todas sus actividades tendientes a defender -hasta con su propia vida- el contenido espiritual de la cosmovisión maya, que es la sustentación y dignidad de los pueblos pluriculturales guatemaltecos.
En los altares mayas se ora por la paz, la justicia, la tolerancia, la integridad y, ante todo, por el bienestar común de todos los pueblos sin distingo de color, raza o religión.
Los sacerdotes dirigen estas ceremonias con sus atuendos tradicionales, empleando esencias especiales fuego y simbología dirigidos a Dios todopoderoso, creador de los cielos y la tierra, a quien llaman Ajau, sin que esta realidad tenga que ver con actos reñidos a la moral, como algunos fanáticos religiosos occidentalistas les endilgan.
Fermín Gómez, dentro de su trabajo sacerdotal, iniciado a corta edad en las montañas de San Francisco El Alto, Totonicapán, ha logrado y sigue haciéndolo, mantener viva la tradición al grado que hace algunas semanas dirigió ceremonias en San Salvador, junto a dirigentes espirituales de la etnia pipil, con gran éxito, al grado de iniciar la formación de una asociación sacerdotal salvadoreña.
Sabemos que es miembro activo -sin ser académico- de la Universidad de Guadalajara, México, y que sus trabajos de intercambio cultural y religioso étnico, le mantiene en constante intercambio con otras culturas similares de Estados Unidos, Sudamérica, Europa y Asia.
Así como él, existen cientos de hermanos nuestros que por falta de espacio político-social, son vistos con desprecio por muchas organizaciones gubernamentales, privadas y autónomas, donde bien podrían ayudar a programas tendientes al fomento de la interculturalidad verdadera, educación para la vida y desarrollo integral de nuestros pueblos.
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