jueves, 24 de abril de 2014

Cien años del nacimiento de Octavio Paz Lozano, personalmente estoy muy orgulloso por Mi lindo MÉXICO, Y EL GRANDE Octavio Paz. su TATA MAYA

ALGO PARA APRENDER
COLUMNA EDUCATIVA
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Maigualida Pérez González


Cien años del nacimiento de Octavio Paz Lozano

Octavio Paz nació en Ciudad de México el 31 de marzo de 1914 (época de la Revolución mexicana) y murió el 19 de abril de 1998 en el barrio de Santa Catarina en Coyoacán, en una casa que el Gobierno mexicano le prestó después que su apartamento en el Paseo de la Reforma se incendiara, quemándose gran parte de su biblioteca. La escritora Elena Poniatowska, galardonada recientemente con el Premio Cervantes recordó el momento en que el poeta se despidió de sus amigos pocos días antes de morir diciendo unas palabras desde su silla de ruedas que hicieron llorar a muchos: ¡Seamos dignos del sol del Valle de México! Y agradeció que el Valle de México hubiera iluminado su infancia, su madurez y su vejez.

Cultivó Octavio Paz diversos géneros de la literatura: Ensayo, Traducciones y Poesía siendo considerado uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los mejores poetas de todos los tiempos. En 1990, para completar importantes Premios y Distinciones a los que se había hecho acreedor en su país y en diversas partes del mundo, ganó el Premio Nobel de Literatura.

Su vasta obra se conforma de unas quince Antologías de Poemas, veintiocho libros de Ensayo, docenas de artículos y cartas y la traducción de tres obras.
Octavio Paz fue un poeta difícil de encasillar en alguna disciplina poética. Ninguna de las etiquetas adjudicadas a su poesía encaja con ella: poeta neomodernista en sus comienzos, más tarde poeta existencial y en ocasiones poeta con tintes de surrealismo. Ninguna etiqueta le cuadra y ninguna le sobra. Como poeta siempre estuvo alerta ante los cambios que se iban produciendo en el campo de la poesía, siempre experimentando, de modo que su poesía se nos presenta profunda, personal y original, llena de gran lirismo. Más tarde será una poesía espacial, casi metafísica, en la que además de signos lingüísticos se incluyen signos visuales. Sus poemas fueron bautizados por el propio autor como topoemas. Sin embargo, en una ocasión el poeta reconoció que en su formación, fundamentales fueron los surrealistas, con quienes hice amistad en el año 46 ó 47, que en esa época estaban más cerca de los libertarios.

Jorge Edwards, Miembro de la Academia Chilena de la Lengua Española y Premio Cervantes 1999 alabó sus virtudes como ensayista: Concibió el Ensayo como propuesta, como sistema de preguntas, como indagación. No nos entregó resultados. Nos enseñó a pensar en autonomía, por cuenta propia. A criticar lo ya pensado y a ejercer la crítica de la crítica. Fue una conciencia en movimiento, abierta o curiosa de todo, que se expresaba en el instante, en el pasado, en la circunstancia. Una conciencia en el tiempo, no un tiempo abstracto, el tiempo de la historia, la memoria, la identidad. Fue un explorador de la identidad, la suya, la nuestra, la de México, la de América Latina, la del otro y nosotros. Tuvo la inteligencia en la punta de la lengua.
El poeta fue criado en una población cercana a la ciudad de México llamada Mixcoac por su madre Josefina Lozano, una tía de nombre Amalia Paz y su abuelo paterno Irineo Paz, que aparte de intelectual liberal y novelista, fue soldado en las filas del ejército de Porfirio Díaz. La biblioteca del abuelo fue la que introdujo al pequeño a la literatura, despertando su gran pasión por la escritura. Tuvo una importancia fundamental esa casa en sus recuerdos. En su poema Pasado en claro escribe: Casa grande/ encallada en un tiempo/ azolvado. La plaza, los árboles enormes/ donde anidaba el sol, la iglesia enana/ su torre le llegaba a las rodillas. En una ocasión expresó que la pequeña iglesia parecía más hecha para los pájaros que para los hombres.

A su vez, el padre del Nobel, Octavio Paz Solórzano, trabajó como escribano y abogado para Emiliano Zapata, más tarde fue diputado y colaboró activamente en la reforma agraria que siguió a la Revolución. En octubre de 1916 llegó a los Estados Unidos como representante de Zapata y en esa época se inició la educación del pequeño hijo regresando a México cuatro años después. Años más tarde cuenta Octavio Paz que fue inscrito en el kindergarten de un barrio de Los Ángeles, una escuela angloamericana en la cual sólo dos alumnos eran de origen mexicano, y que recordaba claramente el primer día de clase: la escuela con la bandera de Estados Unidos, el salón desnudo, los pupitres, las bancas duras y mi azoro ante la ruidosa curiosidad de mis compañeros y la sonrisa afable de la joven profesora que procuraba aplacarlos.

Estudió la primaria en el Colegio Williams, luego cursa la Preparatoria en el Colegio Francés Morelos y más tarde los estudios universitarios en las Facultades de Derecho, Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de México (UNAM). Al egresar viajó a Yucatán como miembro de una de las misiones educativas del General Lázaro Cárdenas, trabajando en una escuela para hijos de obreros y campesinos. Allí comenzó a escribir Entre la piedra y la flor, poema sobre la dramática explotación del campo y del campesino.

En 1937, durante la Guerra civil, fue invitado a España como miembro de la Delegación mexicana al Congreso Antifascista, mostrando su solidaridad con los republicanos. Sin embargo, confesó años después en la serie televisiva Confesiones con Octavio Paz que ese sentimiento se vio afectado por la represión contra los militantes del Partido Obrero de Unificación Marxista de Cataluña, entre los que tenía camaradas. Este hecho lo llevaría a denunciar, en 1951, los campos de concentración soviéticos y los crímenes de Stalin. A su regreso fue cofundador de la Revista Literaria Taller.

El poeta tuvo diferentes empleos y actividades: trabajó quemando billetes fuera de circulación en el Banco de México, buscó trabajo como jardinero y a los 29 años compuso una canción para ser interpretada por Jorge Negrete en la película “El Rebelde”. Nunca llegó a verla porque en 1943 recibió la Beca Guggenheim e inició sus estudios en la Universidad de California (USA). En San Francisco trabajó en el doblaje de películas e incursionó en la radio. Cuando se le acabó el dinero para pagar el hotel donde vivía, tuvo que vivir en un pequeño vestuario, casi un closet, situado en un club de ancianas. Tiempo después contaría: Durante meses esa fue mi habitación. La única lata era que tenía que esperar a que las viejas se fuesen para entrar a mi cueva. Pero los días de San Francisco fueron maravillosos, una suerte de embriaguez física e intelectual, una gran bocanada de aire libre. Allí encontré mi camino en poesía, si es que hay caminos en poesía.

Años más tarde (1954) tuvo participación en la fundación de la Revista Mexicana de Literatura, influenciada con la idea de “la tercera vía”, ni con la izquierda, ni con la derecha. En 1971 funda y dirige la Revista Plural, con la idea de redescubrir los valores liberales y democráticos en la sociedad mexicana y en 1976 funda la Revista Vuelta, eminentemente liberal.

Fabienne Bradu, Ensayista y única mujer en el Consejo de redacción de Vuelta asegura que pocas mujeres participaron en sus empresas culturales y que él aquilataba la alianza que existe de inteligencia y seducción en una mujer. No le simpatizaban las mujeres que eran únicamente intelecto o únicamente cuerpo. La feminidad era para él una plenitud Tenía una concepción moderna de la mujer y una actitud caballerosa chapada a la antigua propia de su edad y educación. Sus enojos eran argumentativos y nunca groseros. Aseguró que la mujer que más lo cautivó fue Sor Juana Inés de la Cruz, de quien escribió el libro Las trampas de la fe. El poeta estuvo casado con Elena Garro, con quien tuvo una hija. Luego se unió a Bona Tibertelli y finalmente contrajo matrimonio con Marie José Tramini, su compañera hasta el final.

De forma brillante y certera, ejerció Octavio Paz la Diplomacia representado a su país en Francia, Estados Unidos, India y Japón, país donde sólo vivió seis meses, pero quedó fascinado por sus formas estéticas, su filosofía y su cultura. Alguna vez declaró: En la tradición japonesa encontré, primero la idea de la concentración, segundo, la idea de lo no terminado, de la imperfección. Un poema japonés dice con muy pocos elementos algo que tiene una gran intensidad. La poesía japonesa esa, una lección de economía. Allí tradujo al poeta nipón Matsuo Batsho

Su carrera diplomática se inicia en Francia donde conoció a los surrealistas y colaboró en la revistaEsprit. Durante ese tiempo publicó un innovador Ensayo antropológico sobre la identidad y los pensamientos mexicanos titulado El Laberinto de la soledad. Más tarde trabajó en la Embajada mexicana en la India regresando varias veces a este país. Igualmente dirigió la oficina de Organismos Internacionales de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.

Estando en Nueva Delhi (India) como Embajador, tuvo lugar la masacre de Tlatelolco, en señal de protesta contra estos lamentables hechos que empañaron la celebración de los Juegos Olímpicos en México, renunció a su cargo de Embajador, dejando clara sus diferencias con el gobierno mexicano de la época. Se traslada el poeta a Estados Unidos enseñando en diversas universidades: Texas, Austin, Pittsburgh, Pensilvania y Harvard.

A Octavio Paz no le gustaban las cámaras, pero paradójicamente, fue uno de los escritores mexicanos más retratados en el siglo XX. El escritor Rafael Vargas publicó una iconografía, hecha en colaboración con la viuda del poeta de 100 imágenes para celebrar el centenario de su nacimiento.

El poeta jamás fue un desarraigado. Vivió varios años en países extranjeros, se enamoró de tierras lejanas, pero siempre regresó a la ciudad que lo vio nacer y morir. La poetisa Roxana Elvridge señala: la veía como su ciudad, como este inmenso lugar de epifanías, donde sucedían cosas inesperadas. Cosas bellas o feas, todo para él era un momento de celebrar. Aquí están su infancia. Aquí están sus raíces, aquí está su formación primera, aquí está donde leyó sus primeras obras y aquí está donde regresó, siempre regresó, en cuanto terminó su periplo internacional, regresó.

Octavio Paz fue un hombre brillante, con una clara y profunda inteligencia y una memoria fotográfica, buen amigo, caballero, combativo, impulsivo ante la injusticia, un hombre que jamás abandonó su alma de niño. Refiere Alberto Ruy Sánchez, editor mexicano, que amaba los niños y disfrutaba convivir con ellos con los que incluso compartió “lugares imaginarios”.

El poeta fue un amante de las películas de fantasía, recordó Eliot Weinberger, principal traductor de las obras de Paz al inglés. En un viaje a los Estados Unidos le confesó que era seguidor de Star Treek, en particular de la nueva generación. El traductor señaló que Paz era admirador de Data, el robot humanoide que sabía todo.

Por su parte, Hugo Verani, crítico literario, señaló que el escritor era un amante de la naturaleza. Recordó una caminata en la que iba acompañado por su esposa y tres amigos. Recorrieron una zona que incluía viveros con plantas y árboles californianos, pero Paz parecía regocijarse más con el aleteo de los pájaros que viajaban a lo desconocido. Con el tiempo comprendí que esa fascinación del poeta por los pájaros era una manera de eternizar momentos que llegan y se van sin rumbo cierto, de revivir con palabras un esplendor que trasciende los límites humanos.

Celebremos y conozcamos la vida de este gran escritor, orgullo para México y América recordando las palabras del historiador Enrique Krauze: Si viviera Octavio Paz seguiría en su campo de batalla contra los enemigos de la libertad, los poderes oscuros que asesinan periodistas en la dolida provincia mexicana, los poderes políticos que encuentran nuevas formas de corromper y corromperse. Los poderes mediáticos que olvidan su vida social, los demagógicos que desvirtúan la democracia y los revolucionarios que asesinan estudiantes. Es el Octavio Paz que más se extraña, el combativo, el indignado, el rebelde, el que de joven creyó en la aurora revolucionaria y de viejo tuvo el valor de verla de frente convertida en una pila sangrienta, verla y denunciarla.
Y sigamos el ejemplo que nos señala Elena Poniatowska de las palabras de Octavio Paz que siempre escribió de las cosas más cercanas a su corazónEl escritor en tanto que escritor no tiene la obligación de mejorar directamente la situación del país. Todos tenemos deberes sociales, pero el escritor tiene otra obligación: Decir la verdad o al menos decir su verdad aunque resulte desagradable.<iframe width="420" height="315" src="//www.youtube.com/embed/5i-LfOI2mbk?wmode=opaque&autoplay=1" frameborder="0"></iframe>

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