Profecía
EL PASTOR QUE ME INVITO A DESAYUNAR, ME IMPUSO SUS MANOS SOBRE MI CABEZA Y ORO, LUEGO ME CONTÓ QUE HABÍA SALIDO EN UNA PROFECÍA QUE TUVO, DONDE EL SEÑOR LE DECÍA QUE COMO MÚSICO, O MINISTRO DE LA ALABANZA PODRÍA AYUDAR A MEJORAR A LAS IGLESIAS EN SU MINISTERIO FORMADAS, PRÍNCIPE DE PAZ, Y SON 3,000, EMPECE A TRABAJAR CON EL POR 4 MESES. GRATUITAMENTE PORQUE SENTÍ QUE VENIA DEL SEÑOR Y FUI NOMBRADO MINISTRO DE LA ALABANZA, GLORIA A DIOS.
ESTE ES UN COMPARTIR PARA USTEDES SOBRE ESTE ACONTECIMIENTO INCREÍBLE EN MI VIDA. BENDITO SEAS SEÑOR.
PD. AHORA POR ESTA REVELACIÓN ABRO TODOS LOS DOMINGOS MI ACADEMIA DE MUSICA PARA SERVIR A MIS HERMANOS DE TODAS CLASES Y RELIGIONES. ASÍ LO SIENTO Y ASÍ LO HARÉ HASTA QUE MUERA. Y ESTE CONTIGO SEÑOR.
AMEN Y AMEN. APARTE LES COMENTO QUE ENTRE LAS SEÑALES CAÍ EN DESCANSO EN UN SAEL, O RETIRO EVANGÉLICO (OTRA SEÑAL) de que el Señor me quería con el.
ESTE ES MI TESTIMONIO.
Una profecía (del latín prophetīa, y este del griego προφητεία, o quizá del griego φαινος, aparición) es, en la primera acepción del Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, un «don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras».
Podría considerarse la existencia de diferencias entre los términos profecía ypredicción. El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Españolano marca límites tan precisos en el sentido de la palabra predicción, al señalar que predecir significa «anunciar por revelación, ciencia o conjetura algo que ha de suceder». Por lo tanto, la predicción puede involucrar un don sobrenatural, un proceso lógico-racional, o un juicio más o menos subjetivo basado en indicios u observaciones. Por el contrario, la mayoría de las acepciones del citado diccionario referidas a la palabra profecía señalan que se trataría de un «don sobrenatural», es decir, que sería «inspirada por Dios». Así, se sitúa a las profecías mayormente en el ámbito de la fe, sin ligarlas necesariamente a un razonamiento en la previsión del resultado predicho.
En grados diversos y formas variables, las religiones de la antigüedad hicieron referencia a hombres «inspirados» que afirmaban hablar en nombre de su dios. Pero en las grandes religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam), las manifestaciones extraordinarias nunca constituyen lo esencial en los profetas, que se distinguen claramente de otros exaltados o simuladores por tener simplemente carácter de mensajeros. Las profecías eran, pues, consideradas simples indicadores del designio de Dios. Hasta la fecha, más allá de las evidencias científicas que puedan o no resultar suficientes para unos u otros, muchos seguidores de estas grandes religiones históricas afirman que, en buena medida, las profecías de sus libros sagrados se han cumplido.
El Pastor General de la Iglesia Príncipe de Paz Central
Las profecías en Israel y en el cristianismo primitivo[editar]
En la tierra de Israel, los profetas se diferenciaban de los existentes en otros pueblos, por tener los siguientes rasgos:1
1) Eran considerados como hombres llamados por Dios, y varios de ellos narraron con claridad su vocación, e inclusive su reticencia inicial a seguir el llamado. Por lo tanto, se los estimaba como hombres que tenían una «experiencia de Dios»: hablaban a partir de lo que vivieron ellos.
2) Eran hombres de palabra. No se dedicaban a «adivinar». Interpretaban la historia «desde la perspectiva de Dios», y así señalaban las exigencias de Dios, tanto al pueblo como a los gobernantes y sacerdotes, para llevarlos por la senda del arrepentimiento y del amor.
3) Eran profundamente religiosos: sus palabras eran en todo coherentes con sus obras.
4) Eran intercesores por el pueblo delante de Dios. Por eso, una de las tres partes de la Biblia hebrea es llamada «nebi'im» (= profetas).
Siendo estos el carácter y la función de los profetas, no es de extrañar que la Biblia ponga a Moisés a la cabeza del linaje de los profetas, pues conoció al Señor Dios «cara a cara» (Deuteronomio 34, 10). Son ejemplos memorables de profetismo los profetas Elías y Eliseo, y los profetas «canónicos» Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Oseas, Miqueas, Sofonías, Nahúm, Habacuc, Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel, etc.
La comunidad cristiana primitiva reconoció que en ella se manifestaba nuevamente la inspiración profética, como señala explícitamente Pablo de Tarso: «El que profetiza habla a los hombres para edificarlos, exhortarlos y reconfortarlos... El que profetiza edifica a la comunidad» (I Corintios 14, 3-4).
La supervivencia de las profecías en el tiempo: la profecía de María[editar]
La característica común de las profecías que sobreviven al paso del tiempo es que han sido determinadas como tales después de que ocurrieron los hechos. Por ejemplo, el Nuevo Testamento incluye una perícopa en la que Jesús de Nazaretseñalaba que el Templo de Jerusalén sería destruido (Mateo 24, 1-2) lo que, efectivamente, sucedió en el año 70 d.C. a manos de las legiones romanas comandadas por Tito.
Un ejemplo que los cristianos consideran extraordinario es la llamada «profecía deMaría», madre de Jesús. Ain-Karim, una pequeña ciudad situada siete kilómetros al oeste de Jerusalén, en la montaña de Judea, fue escenario de este vaticinio en los albores mismos de la era cristiana. Allí vivía Isabel con su esposo Zacarías, cuando María fue a visitarla. Luego del saludo inicial, María realiza un cántico de alabanza a Dios, el Magnificat. En el momento culminante del Magnificat, María profetiza:
Dice el escritor Giuseppe Ricciotti: «¿Cabría imaginar profecía más inverosímil que ésta?... Una muchacha de quince años escasos, desprovista de bienes de fortuna y de toda posición social, desconocida a sus compatriotas y habitante de una aldea no menos desconocida, proclamaba confiadamente que la llamarían bienaventurada todas las generaciones. ¡Fácil parecía coger la palabra a aquella muchacha profetizante con la certeza absoluta de verla desmentir antes de la primera generación! Hoy han pasado veinte siglos y puede hacerse el cotejo entre la predicción y la realidad. Ahora puede ver la historia sin trabajo si María previó con justeza y si la humanidad hoy la exalta más que a Herodes el Grande, entonces árbitro de Palestina, y que a Cayo Julio César Octaviano Augusto, entonces árbitro del mundo.»2 Quizá sería aún más preciso, dadas las diferencias sociales existentes entre varones y mujeres en el siglo I, comparar la exaltación de María con la de la mujer más poderosa de su época, probablemente Livia Drusila (57 a.C. — 29 d.C.), tercera esposa de Augusto y emperatriz romana, deificada porClaudio, y preguntar quién de las dos ha sido más conocida y reverenciada a través de los tiempos.
A lo largo de la historia, los hombres han mencionado y comentado numerosas profecías, muchas de ellas oscuras y difíciles de desentrañar. El cumplimiento de la profecía de María, madre de Jesús, resulta evidente y constante para los cristianos después de tantos siglos, como también clara y concreta su formulación.
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